BICENTENARIO DE LOS BATALLONES DEL ISTMO
Crónica sobre la participación de la población del Istmo de Panamá en la independencia de España de los países suramericanos, la cual demuestra que a diferencia de lo que vociferan intelectualoides e historiadores apócrifos, nuestra independencia fue lograda con heroísmo.
POR. Pedro Bravo Carranza
28 ene 2022
En tiempos coloniales, el Perú y Panamá formaron parte, durante más de 189 años, de una única entidad política: el Virreinato del Perú. Desde 1550 como la Provincia de Tierra Firme; a partir de 1565 como Real Audiencia de Panamá con algunos niveles de autonomía administrativa, judicial y religiosa; y desde 1614 con una menor autonomía teniendo al Virrey del Perú como una especie de gran árbitro. Esta unidad llegó a su fin en 1739 cuando dicha Real Audiencia pasó a formar parte del Virreinato de Nueva Granada.
Los “intensos” vínculos históricos, económicos, comerciales, culturales y religiosos que han unido desde siempre a peruanos y panameños van más allá de los niveles anecdóticos. Son parte de nuestro acervo común, de nuestro patrimonio, de nuestra herencia. Por ello, no debe sorprendernos el importante número de militares panameños (oficiales y soldados) que, llegado el momento, hace más de 200 años, no dudaron en ser parte de la lucha por la Independencia del Perú y de toda América.
No fueron pocos los istmeños de Ciudad de Panamá, pero también de Santiago de Veraguas, de Chagres y de Portobelo, que pelearon con valentía y arrojo en las batallas de Junín y Ayacucho a 3,396 m.s.n.m., para sellar con sangre y sudor la separación de España del Perú, asegurando así la libertad del resto del continente.
Para tener una idea clara de lo que fueron estas epopeyas hay que imaginarse guerrear en condiciones muy similares a las existentes en la cima del volcán Barú, con el frío y el viento atravesando los uniformes, con unas pocas rocas que sobresalen en estas mesetas cordilleranas y sin mayor vegetación, más que las matas secas de pasto propio de tierras altas andinas, que en el Perú se conoce como “ichu”.
Los denominados Batallones “del Istmo” organizados en 1822, estuvieron integrados por notables hombres que dejaron a sus familias y bienes, sacrificando, no pocas veces, fortunas o herencias, para ir a defender los ideales republicanos de libertad en tierras lejanas, aunque no extrañas. Los integrantes del contingente del Istmo fueron conocidos como los “legionarios de la libertad”. Y no fueron solos, sino que trajeron consigo caballos y el preciado armamento.
Capitán Salomé Cedeño, Comandante Sebastián Arce, Capitán Manuel Robles, Comandante Bartolomé Paredes, José Antonio Miró, Sargento Mayor José María Alemán, Capitán Benito Lecaro, Comandante Julián López, Comandante Juan Fernández, Comandante José Vallejos, Capitán Ciprián Barrientos, Capitán Ambrosio Méndez, Soldado Manuel Ramos, Sargento Julián Ardines, Capitán Mateo Márquez y Francisco Gutiérrez, son solo algunos de los istmeños cuyos nombres fueron rescatados para la historia, por Rodolfo Aguilera en 1887 en su folleto “Istmeños Ilustres de la Emancipación” y posteriormente en 1909 por el insigne estadista, escritor y diplomático Ricardo Joaquín Alfaro, en su célebre libro “Vida del General Tomás Herrera”.
Menciones aparte, por el descollante y a veces controversial papel que tuvieron en Panamá en la etapa post independencia, son las del ilustre médico, político y militar panameño José Domingo Espinar Aranda (sobre el cual existe una magnífica investigación de Dorita Ávila publicada en 2017), así como la del valeroso General Tomás José Ramón del Carmen de Herrera y Pérez Dávila, gran héroe en las batallas de Junín y Ayacucho y de tendencia marcadamente liberal.
José Domingo Espinar nació en Ciudad de Panamá en 1791 en el arrabalero Barrio de Santa Ana en el Casco Antiguo. Era conservador, tenía una firme raigambre popular y era un erudito científico y literario. Por alguno de esos motivos, o quizá por todos, no fue comprendido por la elite panameña de aquel entonces. Sus detractores alegaron que era “mulato”, aunque esto está en entredicho por la investigación de Dorita Ávila.
Espinar tuvo una importante influencia como Secretario de tres libertadores, San Martín, Sucre y Bolívar. Consejero y médico de cabecera de este último en 1824. Había estudiado medicina en la Universidad Mayor de San Marcos de Lima. Su formación como ingeniero también la adquirió en el Perú. Peleó como un bravo en las Pampas de Junín y en el sitio del Callao, y llegó a ser jefe de Estado Mayor General. Luchó contra la invasión de los bolivianos en 1843. Fue miembro fundador de la Sociedad Nacional de Medicina del Perú. Residió en Lima, Moquegua, Cusco y Arica por más de 30 años.
Tomás Herrerano necesita mayor presentación. En el Perú lideró los denominados batallones del “Istmo” que cumplieron un papel decisivo en muchas victorias militares contra los realistas. En 1840 promovió la separación de la entonces República de Nueva Granada bajo el nombre del “Estado del Istmo” autoproclamándose Jefe de una Nación que sólo duró tres meses. Terminó negociando la reincorporación, aunque fue traicionado.
En 1928, a los pies de la estatua ecuestre del General Herrera (única en toda Panamá) en la plaza del mismo nombre, en el Casco Viejo, por instrucciones del Presidente peruano Augusto B. Leguía, se colocaron, al pie, en una urna, varios puñados de tierra peruana ayacuchana de la Pampa de la Quinua, en reconocimiento por el heroísmo de Tomás Herrera así como por la sangre derramada por valientes istmeños que acompañaron la gesta independentista peruana.
Todavía hoy se puede apreciar este merecido homenaje que se extiende a los Próceres panameños de la Independencia del Perú.
Recordémoslos siempre, particularmente este 2022 en el cual se conmemora el bicentenario del establecimiento de los destacados contingentes del istmo.
El autor es embajador de Perú
PUBLICADO EN EL DIARIO LA Prensa, Ciudad de Panamá 28 de enero de 2022
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