El petroleo bajo de precio

«LA MISIÓN DE UN DIRIGENTE ES SER IMPRESCINDIBLE POR EL MENOR TIEMPO POSIBLE.» General Omar Torrijos Herrera.
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domingo, 23 de diciembre de 2012

Los responsables del incendio del bus


Los responsables del incendio del bus


Este artículo fue publicado el  11 de diciembre de 2006 en la sección de Opinión del Diario La Prensa.
Lastimosamente los protagonistas no lo leyeron, a ninguno le importó; sin embargo, la premonición que hicimos en el último párrafo se cumplió tres años después. 

Un dicho muy antiguo dice: "Si ves las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo". El resto de los dueños de transporte público del país, tienen tiempo  para colocar sus barbas en remojo.
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18 CALCINADOS.

Los responsables del incendio del bus

La prensa 11 de diciembre de 2006
Moisés Pinzón Martínez


El 23 de octubre del presente año, se incendia un bus en una forma que a primera vista no deja lugar a dudas de que fuera un acto terrorista, tal como los hemos visto en Beirut, Estados Unidos o Colombia. Pero para sorpresa de todos, fue un increíble accidente producto del descuido, la falta de mantenimiento y, finalmente, la falta del liderazgo necesario que obligue a cumplir las leyes de un gobierno tras otro. Sin embargo, el verdadero culpable es el sistema de propiedad existente entre los dueños de buses de la ciudad capital; en el resto del país todavía no ha entrado en crisis.

Cuando el general Omar Torrijos le repartió los cupos a los trabajadores del transporte, era con el fin de lograr cambios importantes en la atención del mismo; se suponía que al ser los conductores dueños de sus propios negocios los atenderían mejor y que sus ganancias revertirían en el desarrollo de un mejor transporte y de sus familias. Rápidamente eso cambió, en vez de construirse fuertes agrupaciones empresariales, vía asociatividad, lo que sucedió fue que los dueños se creyeron empresarios por sí mismos y corrieron a buscar palancas (empleados), pasando a ser unos mal-administradores de un negocio que requería de transformaciones a corto plazo. Esta realidad no entró en crisis por dos décadas, dado que el volumen de los usuarios todavía no exigía otras formas de transporte, como ocurrió a partir de 1990 cuando llegamos a 2.3 millones de habitantes con una población en la capital de 1.072 millón (en 1970 la población total era de 1.4 millón, existiendo tan solo 576 mil habitantes en la capital).

El sistema de propiedad individual del transporte colectivo, de 2 mil 120 pequeños inversionistas que carecen de una visión empresarial, impide la capitalización necesaria, el planeamiento, la toma de decisiones y el mantenimiento que se requiere para invertir en la modernización del transporte colectivo.

Nadie por sí mismo es autocontrolable, a nosotros nos controla el sistema administrativo, el sistema de leyes y de reglamentos internos, el sistema de fiscalización, el sistema de planeamiento y exigencias para su cumplimiento, en fin, nos controla la estructura gubernamental y empresarial existente.

El sistema de propietarios bloqueados, sin dirección, y sin expectativas, producto del egoísmo propio del individualismo galopante que cabalga por las praderas del aislamiento, que incentiva esta forma de propiedad, impide la madurez necesaria para entender lo que significa una corporatización de las piqueras de buses.

Es decir, que cada dueño de cada piquera coloca a disposición los cupos y las unidades como inversión de una sociedad anónima, que nombrará una junta directiva y a su vez esta nombrará un gerente que se encargará de llevar a la práctica todas las instrucciones emanadas de la asamblea de socios. Siendo la junta directiva la fiscalizadora de esa acción. Los socios cobrarán dividendos cada período determinado por su asamblea. El gerente, por su parte, contratará choferes, controladores, cobradores, invertirá en talleres para reparación y mantenimiento, entre otras medidas, y pagará un salario más comisiones, junto con sus respectivas prestaciones. Ni qué decir que participará, producto de su gestión bancaria exitosa, en los grandes proyectos de masificación del transporte público que es una necesidad de ayer.

Una piquera tiene como promedio 150 a 200 dueños de certificados de operaciones; no puede ser que sea más difícil ponerse de acuerdo entre ellos, que, por ejemplo, los asociados de la Corporación La Prensa, que tiene más de 2 mil miembros.

Lo que sí es cierto es que si nuestros amigos del transporte colectivo no son capaces de entender esto, este gobierno o el que vendrá después, está obligado a liquidar el individualismo que entroniza una realidad lúgubre que mantiene secuestrada a la población de la capital de Panamá, en circunstancias que han sido y son mucho más terribles y groseras que lo que pudo ser la tragedia del 23 de octubre.

El que no quiere cuando puede, no podrá cuando quiera.


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