El libro del economista Eddie Tapiero explica magistralmente las implicaciones del surgimiento de la nueva potencia y la Trampa de Tucídides.
Por La Estrella
La apertura de las relaciones diplomáticas con China, el 13 de junio de 2017, será uno de los grandes hitos de la historia económica de Panamá, de la misma forma como lo fuera la adopción del dólar en 1904 o la entrega del Canal, en 1999.
El acceso a un mercado de 1,400 millones de habitantes y con un PIB de $13 billones deberá producir extraordinarios beneficios para el país. Pero no es solo eso: China tiene un plan para cambiar el mundo y convertirlo en un lugar de armonía y progresos sin límites. Panamá debe estudiarlo concienzudamente y aprovechar las oportunidades que representa. Pero debe hacerlo bien. Así lo plantea Eddie Tapiero, especialista en relaciones chino-panameñas, en su libro La Ruta de la Seda y Panamá, escenario prospectivo estratégico entre Centroamérica y China, presentado este miércoles en la Biblioteca Nacional ante un nutrido público de VIP -entre ellos, el embajador chino Wei Qiang, autor de uno de los prólogos; Rodolfo Sabonge, exvicepresidente de Análisis de Mercado del Canal de Panamá, y el expresidente Ernesto Pérez Balladares y su esposa, Dora Boyd-.
La obra es un extraordinario pantallazo a las implicaciones de la emersión de China como potencia mundial y especialmente, las oportunidades que presenta su iniciativa ‘La Franja y la Ruta’ (FyR) para el desarrollo del comercio, la logística, el mercado abierto y la cooperación.
Para el economista, ‘la iniciativa de la Franja y la Ruta es una oportunidad nunca antes vista para la humanidad’ y ‘tiene el potencial de cambiar el mundo, impulsando a los países y a sus ciudadanos a ver los intereses del colectivo —incluyendo los BGP (Bien Público Global)—, usando el comercio internacional y la interacción de los mercados como herramientas para la integración’.
LA TRAMPA DE TUCÍDIDES
Como en muchas otras ocasiones a lo largo de la historia, el levantamiento de una nueva potencia suscita la alarma sobre la posibilidad de un choque o conflicto bélico.
Es una noción que viene de la antigüedad, cuando el historiador ateniense Tucídides atribuyó el origen de las Guerras del Peloponeso a los temores que el surgimiento de Esparta provocó en Atenas: la llamada Trampa de Tucídides.
Para Tapiero, es seguro que la entrada de China al reducido grupo de grandes potencias cambiará el mundo. ‘Es inevitable, aunque sea solo por el tamaño de la masa. Pero no por ello significa que sea malo’.
El papel protagónico de China en el panorama mundial, explica el economista, coincide con un momento en que la humanidad ‘vive bajo la inercia del statu quo y está a la espera de nuevos paradigmas que ayuden a resolver los problemas que han emergido en los últimos años’.
El sistema económico de posguerra y Bretton Woods están agotados. La Organización Mundial del Comercio pierde relevancia ante los emergentes tratados bilaterales; las funciones de la ONU y otras organizaciones internacionales están siendo complementadas por organizaciones no gubernamentales, sostiene.
Además, están los cambios tecnológicos: los robots, la inteligencia artificial, la llamada revolución industrial 4.0, los impresores tri-D; el crecimiento global, que en el futuro no dependerá de una o dos economías principales, sino de una red más amplia y global.
El mundo, sostiene Tapiero, ‘necesita de un nuevo paradigma de crecimiento económico’. En el pasado, los países buscaban ese crecimiento extra a través del colonialismo y la extracción de recursos por las guerras. Pero esto produjo más problemas que soluciones.
Hoy, China busca soluciones en las idea del diálogo, cooperación y comercio.
Fue un convencimiento al que llegaron los líderes del Partido Comunista durante la crisis de 2008, al comprender que para asegurar el continuo crecimiento económico y bienestar de su propia población, debían contar con socios socios comerciales fuertes y una economía mundial estable.
ESTRATEGIA DE LA FYR
Para alcanzar ese objetivo, la FyR tiene como estrategia la consolidación de las cadenas de abastecimiento mundiales a través de la creación de rutas e infraestructuras de transporte y comunicación que permitan distribuir los bienes de una forma armoniosa y colaborativa.
Esto significa revitalizar las conexiones terrestres y marítimas –ferrocarriles, carreteras, aeropuertos y puertos, oleoductos, una red integrada de informática aeroespacial-. También significa generar sinergias económicas por medio de sistemas intermodales de transporte hacia distintos centros de producción y de consumo.
Según un reportaje de Fitch Ratings del 17 de mayo de 2017, citado por Tapiero, el gobierno chino ha asegurado cerca de $900 mil millones para proyectos de infraestructura de esta iniciativa, que cubre el 65% de la población mundial y representa a un tercio del PIB global y un cuarto de todos los bienes que se mueven en el mundo.
El gobierno de China insiste en que estos incentivos están basados en una filosofía de armonía, cooperación y diálogo para la búsqueda del bienestar global, pero algunos críticos tienden a creer que se trata de un plan para extender su área de influencia en su competencia con Estados Unidos y dominar el mundo.
Tapiero considera que hay indicios para creer en la transparencia de la visión propuesta: la historia de China, dice, demuestra que no se trata de un país agresivo. A través de los siglos, sus relaciones internacionales han estado basadas en los principios de armonía entre el ying y el yang, originados en su filosofía taoísta y confucionista.
‘China siempre ha tratado de generar un entorno armónico entre los vecinos a través del comercio y ha evitado la inestabilidad geopolítica y social. A diferencia de Europa, que buscó otras tierras para extraer riquezas a través de la opresión, China no fue un gran conquistador. El imperio se mantuvo dentro del continente asiático y sus relaciones internacionales con sus vecinos estaban concebidas para mantener la estabilidad interna más que a buscar ingresos de exportación o de obtener recursos’, sostiene Tapiero en el libro.
AVANCE DE LA INICIATIVA
La iniciativa china de la FyR ya está cambiando las estructuras tradicionales del comercio internacional. A mayo de 2017, más de 100 países y organizaciones se habían incorporado a la iniciativa y 40 naciones habían firmado acuerdos con el gobierno de China.
Según la consultora Seabury Group, el volumen de comercio ferroviario entre China y Europa aumentó de casi nada en 2012 a 114 mil toneladas en 2013 y en 2015 llegó a 511 mil toneladas.
En enero de 2017, arribó a Londres, procedente de China, el primer tren cargado de mercancías, después de recorrer 7,500 millas en 17 días. En el año 2017, el valor de la carga de comercio entre China y Europa aumento en un 150% en relación con el año anterior. Los analistas esperan que para el 2020 estos ferrocarriles estén moviendo 100 mil contenedores por año.
América Latina ha hecho esfuerzos para integrarse pero todavía existen muchos retos, especialmente en el área logística, sostiene Tapiero, citando al diario El País , cuando explica que ‘la falta de infraestructura de comunicación regional hace que resulte más caro llevar tomates a Nicaragua desde Costa Rica que enviarlos desde Costa Rica hasta California’.
Lo mismo ocurre en Panamá, donde es más caro mover un contenedor de la región de Barú, a 400 km de la capital, que enviarlo desde la capital hasta Shangái.
La iniciativa de la FyR ofrece la oportunidad para cerrar la brecha de infraestructura y para mantener una economía creciente y competitiva con una demanda semiasegurada, dice Tapiero.
La propuesta china incluye el financiamiento para construir un tren desde México hasta Panamá, pasando por toda América Central y llegando a Colombia por el Tapón del Darién. De Colombia el tren viajaría hasta Brasil, y luego a Buenos Aires, pasando por Paraguay y llegando a la provincia de Córdoba.
Este tren estaría conectado por grupos de carreteras y vías marítimas.
Para China, Panamá sería un punto importante de acceso al continente latinoamericano, puesto que el Canal de Panamá es el eslabón que une la producción a los mercados de Asia.
En la iniciativa de la FyR, Panamá formaría parte, junto con Colombia y Costa Rica, del clúster conector entre las regiones de Centro y Suramérica y también como nodo para el intercambio económico entre Europa y Asia.
Se trata, dice Tapiero, de una oportunidad de la que se podrá obtener provecho si se analiza y planifica bien: ‘Es importante que los gobiernos comiencen a planificar y a estudiar la mejor manera de optimizar el sistema’.
‘Los países no pueden esperar que todo sea brindado por China’, dice. ‘China va a buscar sus oportunidades y lo mismo deben hacer los Estados. Es importante que todo proyecto esté basado en un estudio de factibilidad que identifique la carga necesaria para que sea rentable. Pero lo más importante es asegurarse de que el camino hacia los proyectos sea transparente. Esta es una forma de que se asegure la competencia y de que los resultados sean los mejores para los países’.
Para ello, es imperativo, dice, que se fortalezcan las instituciones, se asegure la democracia, el imperio de la ley y se combata la corrupción.
Pero también el éxito de esta iniciativa debe incorporar la participación de Estados Unidos, el principal socio de muchos países de la región. ‘Con Estados Unidos dentro de la iniciativa, garantizamos un balance y una estabilidad regional para no caer en juegos geopolíticos’, asegura.
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