LOS QUE
GANAN SIEMPRE SON LOS MEJORES
Esta negación tiene su máxima expresión en la política: Los que pierden en estas contiendas nunca aceptan que eso sucedió porque no son los mejores. A lo largo de la historia las reglas del juego siempre han sido claras, incluso las que no se ven. Y desde que Maquiavelo escribió su brillante tratado histórico al respecto, con más razón.
Por: Moisés Pinzón Martínez.
Delegado al
VIII Congreso y al IX Congreso Extraordinario, Pre-Candidato a Legislador 2003,
Pre-Candidato a Diputado 2008, Secretario de Prensa del Área de Organización
8-6. Militante del Torrijismo desde 1976 y miembro del PRD desde 1996. Autor
del libro, entre otros, “El Diputado o
la muerte del Príncipe” y de “La última crisis del sistema capitalista”.
Siempre a lo largo de los tiempos los
que perdemos, no nos da la gana de aceptarlo; surgiendo el pensamiento de que
“la historia la escriben los que ganan”, dejando entrever el criterio de que
entonces hay otra “verdad”. Por otra parte este pensamiento lo aderezamos con
que no siempre los que ganan son los mejores; tratando con este criterio de
ocultar nuestras deficiencias.
Sin embargo esto no es así: Los que
ganan siempre, absolutamente siempre, son los mejores; y al escribir su
historia rara vez están equivocados. Argumentos tales como que al quemarse la
biblioteca de Alejandría, se perdieron miles de grandes conocimientos que hubieran potenciado aún más a la
humanidad es una falacia tan grande como no querer reconocer que al caer el
imperio romano de occidente (470 d.C),
Europa se sumerge en el más absoluto oscurantismo que la mayoría de los
historiadores y científicos sociales no pueden explicar (leer: Los ritos de la
vida y los mitos de la felicidad).
Esta negación tiene su máxima expresión en la política: Los que pierden en estas contiendas nunca aceptan que eso sucedió porque no son los mejores. A lo largo de la historia las reglas del juego siempre han sido claras, incluso las que no se ven. Y desde que Maquiavelo escribió su brillante tratado histórico al respecto, con más razón.
En el marco de las luchas sociales se
presenta estos mismos fenómenos, los
romanos ganaron todas las batallas, y no fue hasta que los bárbaros le aprendieron
las novedosas técnicas, que pudieron quitarse el yugo de encima. Los
empresarios, con Lutero, quisieron adelantar su revolución sin haber aprendido
suficiente lo que el feudalismo tenía que enseñarles, y en la guerra de los 40
años fueron abatidos; no siendo hasta
varios siglos después, luego de aprenderlo todo, cuando lograron transformar el
mundo.
El Partido Revolucionario Democrático ha enseñando a su membrecía, y al país, un estilo
nuevo de democracia, que se llama “Centralismo Democrático”; consistente en que
luego de las votaciones, los discrepantes pasan en un solo puño a apoyar la
decisión mayoritaria. Esto se lo aprendimos a Omar, el que actuó y enseñó en
esa forma desde las decisiones
colegiadas del Estado Mayor.
No hay duda que falta mucho para profundizar este novedoso y moderno sistema
democrático e incluso es posible que se produzca un retroceso. Sin embargo, hoy
nos toca a todos los que perdimos en la escogencia a Secretario General, en
donde Juan Carlos Navarro gana con una abrumadora mayoría, apoyarlo decididamente. Cuando me entero de que Navarro va de
candidato a Secretario General del PRD, pensé que era un error dado que estaba
colocando todos los huevos en una canasta. Si perdía, y era una probabilidad
bastante alta, sus posibilidades a ganar la candidatura a la Presidencia de la
República serían casi nulas. Si hubiera apoyado a otra persona para ese puesto
y no ganaba, todavía tenía una gran oportunidad para competir. Luego de un
balance de resultados, con la expectativa de ganar: ¡Se las rifó todas!
Luego gana las primarias para Candidato a Presidente lo que revela la
obligación militante de cerrar filas en torno a la propuesta INSTITUCIONAL. Es la única vía por donde podemos evitar un
retroceso en estampida.
He sido un duro crítico suyo, incluso
lo he detallado en mis escritos, y no me arrepiento de ello. Sin embargo, gana
contundentemente la dirección del Partido y luego la candidatura a Presidente,
demostrando que es el mejor. Ahora le toca, en la práctica, demostrar que he
estado equivocado y que su papel va en la
dirección correcta que tanto ha
manifestado, fortaleciendo la democracia
y las libertades junto con una estrategia que resuelva las grandes necesidades de la mayoría de este pueblo. Además de lograr
concentrar todo el poder de su liderazgo, consensuando
con todas las fuerzas populares; de lo contrario, no dude por un momento
que se repetirá la experiencia del 2009 (Leer detenidamente, Quiénes son los
Culpables y último capítulo de El Diputado).
Por otra parte, la misma organización
viene desde hace muchos años cargando con graves deficiencias que deben ser
subsanadas, entre las que se pueden mencionar el hecho de que las diversas
Secretarías dejaron de funcionar hace ya mucho tiempo, razón por la cual no fui
candidato, en esta ocasión, a ningún
cargo.
La Patria, esa que duramente hemos construido, está en un dilema de
magnitudes tan grandes como podría haberlo sido la invasión. Es obligado sacar
a los advenedizos del poder, los que han venido destruyendo la
Institucionalidad del Estado, con la única intención de que no exista en las
próximas elecciones ninguna autoridad que sirva de árbitro ni jurado imparcial.
Nos toca propiciar la unidad de cada
uno de los miembros del Partido Revolucionario Democrático en torno a su liderazgo. Los tiempos no son
nada fácil para la Patria, y la campaña que se aproxima requiere lo mejor de nosotros. Y si no tienen idea a que me refiero,
imagínense como se sintieron los alemanes después de la II Guerra Mundial en
1945.
San Miguelito, 18 de diciembre de 2012.
actualizado el 10 de marzo de 2013
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