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El petroleo bajo de precio
«LA MISIÓN DE UN DIRIGENTE ES SER IMPRESCINDIBLE POR EL MENOR TIEMPO POSIBLE.» General Omar Torrijos Herrera.
Hoy Sábado 13 de junio de 2015, a las 8:45 p.m. , luego de 5 meses de tenaz constancia, logramos recibir la visita número 100,000. El 12 de agosto (2 meses) logramos la visita número 200,000. El 21 de septiembre logramos la vista No.300,000. Gracias---Dejaré esta información por un asunto histórico.
CUALQUIER ARTÍCULO DE ESTE BLOG ESTÁ AUTORIZADO A PUBLICARLO como lo necesite; si desea, puede enviarnos el link de la publicación a moypinzon58@gmail.com
domingo, 21 de abril de 2019
martes, 16 de abril de 2019
Corrupción, una serpiente venenosa. por moisés pínzón martinez
*5.- Corrupción, una
serpiente venenosa*
La Prensa, 27 de octubre de
2007.
(Sub capítulo del libro EL
DIPUTADO O LA MUERTE DEL PRÍNCIPE)
¡Y creemos que la corrupción es
sólo la Estatal! Sin embargo, no es ni la mayor ni mucho menos la única. En los
tres estamentos económicos existentes a saber: El Estado, la empresa privada y
las cooperativas abunda esta serpiente venenosa. Y el punto neurálgico de este
conflicto de putrefacción ininterrumpida, esta en que jamás hemos leído ningún
titular de los noticieros en donde se halla enjuiciado, encarcelado o
secuestrado los bienes de los que traicionan la fe que muchos han depositado en
ellos.
Un amigo ahorró con mucho
esfuerzo un dinero luego de lo cual lo depositó para adquirir una vivienda
decorosa, sorpresa, desapareció la “promotora” que estaba ofreciendo las casas
incluyendo los abonos recibidos. ¡Y nadie fue encarcelado! Me cuenta Elsa, que
cuando los Norteamericanos estaban ofreciendo becas de estudio, en la década de
los 80, junto al consulado americano se instaló una oficina privada para
facilitar esta gestión, y estaban cobrando B/.10.00 por inscripción; me dice
que ella fue la No.6500, lo que indica que a la fecha lograron recaudar
B/.65,000.00; algunas semanas después fue a averiguar sobre el asunto y
sorprendida se dio cuenta que dicha oficina había pasado a la profunda
clandestinidad. ¿Cuántos más pasarían por esa oficina siendo traicionada su fe?
¡Y nadie fue encarcelado!
En estos últimos tiempos QUEBRÓ
la cooperativa de micro, pequeña y mediana empresa (CACPYME R.L), dejando sin
ahorro a miles de pequeños empresarios que con mucho sacrificio estuvieron
confiando en ella para enfilar sus expectativas de crecimiento. Quiebra esta
que fue el producto de malos manejos, prestamos realizados fuera de contexto y
de reglamentos, rebuscas, e incluso sustracción de fondos en diversas formas y
colores. De la misma manera en que muchas cooperativas que mueven millones de
dólares mantienen un concubinato escandaloso entre los eternos directivos y las
enquistadas gerencias, y cuando vamos a averiguar cuáles han sido los
resultados reales encontramos abultamiento de gastos en planilla, gastos de
representación, seminarios, regalos, etc. y muy pero muy pocos dividendos.
CACSA, por ejemplo, sobre una inversión de más de 60 millones de dólares declara
utilidades en el 2004 de 17,000.00, diez y siete mil dólares, (ridículo), ¡Y
nadie ha sido investigado ni encarcelado!
No hay duda que vivimos una
época en la que la sociedad en su conjunto ha perdido sensiblemente la moral y
la ética, siendo una de sus principales causas la desvinculación, en la
educación infantil, de la disciplina laboral, analizado esto en el libro de
nuestra autoría intitulado “Los ritos de la vida y los mitos de la felicidad”;
no obstante, no podemos llorar sobre la leche derramada, por lo que es
pertinente crear mecanismos más eficientes de investigación y de castigo sobre
los “Delitos Contra la Fe Pública”. Existe un recurso que permite realizar esta
labor sin que sean denunciados los casos, y se denomina “Investigación de Oficio”.
Cada uno de estos actos siempre
han sido denunciados en los medios de comunicación, sin que jamás hayan
aparecido culpables, en muchos casos porque es necesario que exista un
denunciante; entonces, legislemos para que sólo baste que exista el escándalo
para que se abra un proceso de investigación y enjuiciamiento “de oficio”. Y
que la sociedad en general sepa que hay justicia y de esta forma se impida el
crecimiento acelerado de esta nefasta actitud; ya que si no se castiga,
entonces se entiende que es un mérito, un premio por lo que todos los que
actuamos correctamente vivimos arrepentidos por ser tan tontos, lamentándonos
de nuestra situación económica limitada, cuando en un juego de manos pudimos
haberla cambiado.
Y para terminar dos botones y
dos mantequilla: ¿en qué quedo la fraudulenta quiebra del Triángulo y Fotokina?
Y dado que nadie sabe nada, mucho menos vamos a encontrar resultados en la
quiebra del Banco Fedpa y CACPYME R.L.. Sin embargo, aquel que robó en un supermercado
(y no lo estoy justificando) lo dejan a espera de juicio cierto tiempo en la
JOYITA, en donde más que un periodo de resocialización se convierte,
dependiendo del tiempo de estadía en dicha universidad, en especialista en
“ampería” (Si es un año logra la licenciatura, dos: el master, y con cuatro
consigue el doctorado).
En esta
sociedad de hoy, en la que leemos y nos informamos diariamente, estas omisiones
representan un estímulo para que la corrupción sea aplaudida cada vez más por
la población; relegando el trabajo, la persistencia y la virtud al grado de
escoria.
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¿Y pensamos que eran honestos?, Moisés Pinzón Martínez
*4.- ¿Y PENSAMOS QUE ERAN
HONESTOS?*
La Prensa, 8 de noviembre de
2007.
(Sub capítulo del libro EL
DIPUTADO O LA MUERTE DEL PRÍNCIPE)
Levantar una fortuna jamás ha
sido el producto de soplar y hacer botellas, es un proceso de acumulación lento
y sistemático, en donde el trabajo persistente y comprometido son las
características esenciales para lograrlo; ni que decir de una correcta
educación de la herencia, dado que el desarrollo es un fenómeno generacional
(como analizo en el seminario que dictamos de “Filosofía Empresarial” todos los
meses en AMPYME).
Recuerdo, en mi infancia, ver a
mi tío, Arturo Martínez, cargando la leche en carreta desde el Faldar de Macaracas,
distrito de Los Santos, hasta la carretera para que lo recogiera la compañía.
Recuerdo cuando se compró su primer Camión, y recuerdo con mucho orgullo, su
rostro duro y cariñoso, en camisa y pantalón kaki, cutarras y su sombrero
“pintao”. De la misma manera en que recuerdo a tío Goyo, a tío Martín, y a mi
Abuelito. Ni que decir que recuerdo a Luisito y a Salomón trabajando duro junto
a sus padres desde temprana infancia, aprendiendo el oficio. Hoy, mantienen
pequeñas fortunas, que sigue creciendo con el esfuerzo tesonero de sus hijos.
Gertrudis Mitre, expresidente de la ANAGAN, es otro ejemplo y representan la
forma en que se construye la vida correctamente, tanto empresarial como
profesionalmente: es un proceso paulatino de crecimiento y asimilación de
experiencias que puede trascender a los hijos.
No hay duda que así ha sido
siempre, es la razón básica del desarrollo humano. Hay épocas en que se nos
olvida esta realidad, principalmente en determinados periodos históricos en
donde se genera un cúmulo de nuevas actividades que nos distraen y nos apartan
del objetivo central de nuestras expectativas y sueños. Causando conflictos
sociales de inadaptabilidad y que terminan en un dolor de cabezas generalizado;
tanto los que lo sufren en carne propia como los que tienen que soportarlo por
sus consecuencias. Este es el caso de los que, en el ocaso de su vida, ven como
su cheque de jubilación tienen que seguir manteniendo a sus hijos adultos y en
muchos casos a sus nietos, o aquellos que están seguros que al morir, la
herencia se la van a fumigar en un santiamén, ni que decir del resto de la
sociedad que tiene que sufrir los estragos de maleantería que genera esta
realidad.
Hoy, el principal conflicto lo
provoca la creencia que lo correcto es ser inmensamente ricos, el no trabajar.
Las películas que vemos, las canciones que escuchamos, la publicidad que
consumimos, nos llevan al mismo lugar: “la razón de la vida es no trabajar” y
el objetivo primario es obtener los beneficios hoy, para consumirlo hoy,
olvidándonos de nuestros hijos.
Vi con
asombro una propaganda en la TV, en donde un padre le pregunta a su hijo que le
diga un cuento, el mismo le dice que: dos peces estaban hablando y uno le
pregunta al otro, ¿qué hace tu papá?, y le contesta: Nada. Seguido le pregunta:
¿y el tuyo? Y estupefacto escucho que le contesta: NADA tampoco, y se echan a
reír. Este chiste tiene un sentido vinculado al que hacer de los peces: pero la
moraleja que queda implícita para ser consumida es la vagancia como factor
determinante en la vida.
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Corrupción, desarrollo histórico, por Moisés Pinzón Martínez
Volante No.8
LA CORRUPCIÓN
(Capítulo del libro EL DIPUTADO o la muerte del príncipe)
Panamá, 27 de febrero de 2004.
«Hemos aprendido a volar como
los pájaros,
y a nadar como los peces;
pero no hemos aprendido el
sencillo arte
de vivir como hermanos.»
Martin Luther King.
¿Será cierto que la corrupción
es inevitable y es parte integral de la sociedad desde sus inicios?
Su raíz proviene de la misma
naturaleza violenta y cruel con que se desarrollan los acontecimientos sociales
a partir de la primera división del trabajo; por cuanto se descubre la
agricultura, creándose, a través de ella, la riqueza. Debido a las limitaciones
de la producción para satisfacer las necesidades de la civilización en
expansión, y de la extrema ignorancia en que existía la humanidad, los
pueblos desarrollan el robo y la esclavitud como modelo de visión y de
comportamiento. En aquel entonces, no era posible entender la realidad de otra
forma.
En América, antes de llegar los
españoles, observamos esta diferencia. Las comunidades nómadas del norte, cuyo
modo de vida estaba vinculado a la recolección de frutas y a la caza, no
consideraban la esclavitud, ni el pillaje como parte del comportamiento normal.
Sin embargo, el los imperios Inca y Azteca, cuyos modos de producción
estaban basados en la agricultura, la esclavitud ya era parte integral de su
conducta social y se observan crueldades inimaginables, no registradas entre
las tribus nómadas. El arte de la guerra, para las tribus del norte, eran
fórmulas de defensa, donde todo hombre de la comunidad era también un guerrero,
su acción era de hordas de pobladores que se movilizaban masivamente y en
desorden. Sin embargo, los Incas y los Aztecas tenían organizaciones militares
claramente estructuradas y profesionalizadas. Y de igual forma que en otras
latitudes, a sangre y fuego impusieron sus costumbres.
Los colonizadores llegaron a
estas tierras a saquearlas, igual que en todos los tiempos; aún en nuestros
días. Como dijo Pablo Neruda, «se llevaron el oro y nos dejaron las palabras».
«Ave Cesar, los que vamos a
morir hoy, te saludamos» decían orgullosos los gladiadores, momentos antes de
enfrentarse en sangrientos combates. Mientras, en las graderías del Coliseo
Romano, las multitudes exaltadas gritaban y aplaudían, bestializadas. Poseer
esclavos o ser uno de ellos; asaltar una ciudad y despojarla de todas sus
riquezas, esclavizando a sus habitantes, era un procedimiento normal de unos y
otros.
En el Imperio Romano, los
«Libertos», allá por el año 300 d.C., se convirtieron en los administradores de
un vasto poder y terminaron dirigiéndolo. Logrando su auge económico y social,
a partir de la utilización de su autoridad, para usurpar los bienes del reino.
Nada distinto a lo que sus amos, los romanos, hacían con el resto de los
pueblos dominados por ellos. Esta realidad depredadora no ha variado hasta
nuestros días. Va adquiriendo nuevas formas en cada época; en la medida en que
la mayoría de la población logra conquistar mayores libertades, se hace más
sofisticado.
Hoy, las relaciones comerciales
entre los Estados distan mucho de ser procesos de intercambios equilibrados. La
imposición, el chantaje, el soborno, con leyes internacionales que benefician a
determinados sectores de la economía y de las naciones en detrimento de las
otras, están a la orden del día. Los beneficios de unos son la miseria de los
otros.
La «corrupción» siempre ha
estado vinculada a los sectores enquistados en el poder. Su propagación hacia
la base de la sociedad es su consecuencia.
La sobreabundancia.
Una de las causa del
decaimiento de «las buenas costumbres» o «buen sentido común» y de la
propagación de la corrupción hacia la base de la sociedad, es la sobreabundancia.
Razón esta que determinó, en la antigüedad, la caída de las dinastías y el
surgimiento de nuevas familias en los poderes reales y en la actualidad la
pérdida de las fortunas de las familias empresariales. La sobreabundancia
inhibe el deseo de superación de los herederos e incentiva la exacerbación de
la vida mundana y superflua; anulando, de esta forma, la fuerza del espíritu,
dando cobertura al desarrollo de las apetencias hormonales e instintivas sin
control.
La gran masa de la población
que siempre ha estado muy lejos de ese reparto y que es la que produce esa
riqueza, se sensibiliza ante tal abundancia acumulada por un sector
minoritario, que adquiere conciencia de su circunstancia de yunque, de
usurpación de su esfuerzo y se revela ante ella de múltiples formas. Los
esclavos, en Roma, rompían las herramientas, se ahorcaban, asesinaban a sus
hijos, se levantaban en rebeldía, haciendo improductivo el sistema. La caída de
la esclavitud como factor determinante en el mundo, no vino de mano de los
esclavos, pero si de sus parientes, los bárbaros; su éxito, el de las tribus,
no tiene nada que ver con su fortaleza, más si con la increíble debilidad que
el imperio había adquirido dado que los esclavos no producían y la población
romana había debilitado su carácter debido a las consecuencias de la opulencia
desenfrenada.
En el caso de la Revolución Francesa,
la caída del feudalismo, si llego de las manos de los excluidos; no obstante,
igual que en Roma, su caída no tenía nada que ver con la fortaleza adquirida
por la burguesía, más si por la sorprendente debilidad moral de la aristocracia
feudal, sin capacidad de decisión y de acción producidas por la
sobreabundancia. Para esos días, en momentos sumamente críticos para la
revolución, en un discurso, Dalton expresaba que lo que los revolucionarios
necesitaban era “audacia, audacia, y nuevamente más audacia”; entendiendo
nosotros, que lo que quiso decir Dalton es que ante la falta de recursos, era
la voluntad humana la única que podría darles la ventaja.
Actualmente, la población
masivamente es consciente de las extraordinarias fortunas acumuladas, en contraposición
con su enorme miseria; percibe el grado de podredumbre en todos los planos. Esa
consciencia no existía hace tan solo 50 años, por lo que se rebela. Las
pandillas, la creciente delincuencia, las mafias, la búsqueda desaforada de
fortunas no importando que vía se use, incluso el factor de desmoronamiento de
las costumbres, presentando como válido la corrupción, son variantes en que se
manifiesta esa rebeldía. Cuando las fuerzas morales, que se fortalecen día a
día, asuman su papel, barrerán, sin ninguna dificultad, todo vestigio del viejo
sistema, tal cual cae una papaya muy madura desbaratándose en su impacto
natural. En este libro, en el capítulo Futuro, en el artículo “pasado y futuro
de la crisis inmobiliaria”, hace un síntesis de este fenómeno. E igual que en
la película Matrix, nuevamente será “inevitable” y sus sepultureros actuaremos
porque lo hemos “elegido”.
Una expresión refinada
Sin embargo, la corrupción
actual, que es la expresión refinada de una sociedad basada en el robo, se
amplia en grados preocupantes; diseminada por el mundo, destruyendo los valores
éticos, morales, culturales; haciendo de ésta, una de esas épocas de
desequilibrio extremo.
¿Cómo no será así, si un
candidato a legislador en Panamá, que aspire a ganar, se gasta
fácilmente doscientos cincuenta mil dólares y en muchos casos más? Su salario
de cinco años, que es el período por el cual sería escogido, es de
cuatrocientos veinte mil dólares bruto. En Nueva York, Estados Unidos de
Norteamérica, una campaña a legislador (Senador) cuesta sesenta millones de
dólares; siendo las cifras para los candidatos a Presidente astronómicas; con
un nivel de riesgo del 95%. ¿Y cómo no será así, si el salario mínimo, en
Panamá, está en doscientos sesenta dólares, mientras la canasta básica
familiar es de trescientos cincuenta, con un nivel de desempleo del 18%
(cifras 2004)? Es evidente que en estas circunstancias, es obvio que el
diputado o el presidente va a su curul con sangre en los ojos, su preocupación
principal es sobre que va ha hacer para recuperar su inversión. Y la
población en general, su preocupación es la de que va hacer para nivelar el
déficit familiar, aunque eso implique negociar con el diablo.
No obstante, siempre ha habido
y habrá una lucha entre los pequeños grupos que ostentan el poder y sus
amanuenses, únicos realmente beneficiados por el robo y la corrupción, y los
grandes sectores de la población, cuyos valores de solidaridad, trabajo y
dignidad humana se fortalecen ante la realidad de falta de oportunidades, cuya
única alternativa de esperanza es la democratización creciente de las
instancias de poder y la transparencia en el manejo de la cosa pública.
Épocas.
Este génesis oprobioso, ha ido
involucionando en la medida que hemos ido evolucionando. Hay épocas de enorme
desarrollo humano contra otras que son de profundo hundimiento en el lodazal
del desorden. El principal motivo está dado en la medida que las leyes no
mantienen una coherencia con la realidad actuante y cambiante. Podemos
observar esta situación con el surgimiento del arado de hierro arrastrado por
bueyes, hecho este que más que hacer crecer al imperio romano, lo hundió. Al
haber una sobreabundancia, las leyes no pasaron a resolver el entendimiento con
los esclavos, los que adquieren consciencia de su circunstancia. Previo a esta
realidad, la sociedad romana, último eslabón del esclavismo global, logra el
más alto nivel de desarrollo en todas las áreas del conocimiento humano.
Esto se explica por el motivo,
ya expuesto, que luego de un proceso de crecimiento masivo, se supone que las
leyes y los documentos que norma la sociedad deben actualizarse para ajustarse
a ese abrupto cambio; hay un desarrollo de los medios de producción y no así
las leyes que lo administran. Creándose una crisis insalvable que afecta
dramáticamente todos los vínculos que mantienen unida a la sociedad,
sumergiéndola en el más profundo lodazal, es tal, que muchos observadores
podrían creer que el mundo se está acabando o que no hay ninguna salida
saludable. Siempre de las entrañas de la destrucción surgen las fuerzas que
recomponen las relaciones, ordenando las leyes necesarias que equiparan ese
desarrollo abrupto.
Previo a la destrucción del
Imperio Romano, y con él, el sistema esclavista como globalidad, existió una
época de decadencia moral y ética de la población romana; decadencia esta que
es la que debilita el sistema, permitiendo que otras fuerzas puedan derrotarlo.
Los Libertos (extranjeros, esclavos liberados) fueron demostrando una calidad
que sus amos no poseían; controlando, al final, el imperio. Esto mismo está
sucediendo, inevitable, en la sociedad norteamericana y el resto de los países
capitalistas.
Esta fue una de las razones por
la que Constantino decidió trasladar la capital del imperio de Roma a Bizancio,
en el 330 D.C. y llamarla desde entonces Constantinopla (actual Estambul), en
busca de una renovación. En alguna medida, hizo lo correcto, ya que el imperio
bizantino duro mil años más, luego de la caída de Roma, en realidad lo que hizo
fue prolongar por un milenio, agónico, los resabios de la esclavitud; y que
luego Europa, en América con los africanos y los indígenas, siguió
prolongándolo otros cinco siglos. No obstante, ya no era el sistema hegemónico.
Este desmoronamiento
ético-moral, de igual forma sucedió antes del advenimiento de la Revolución
Francesa, provocada por el impacto causado en la calidad y cantidad de bienes
acumulados, que lleva a sus poseedores a buscar la vida fácil y licenciosa. La
sociedad feudal, en este período había alcanzado su más alto nivel de
desarrollo. Igual que en Roma, las lacras sociales crecían como ratas.
Con el descubrimiento y
aplicación de la máquina de vapor (1712); se crean las condiciones materiales
para que la burguesía, que viene tratando de ser poder desde la guerra de los
40 años, liderizada por Lutero (siglo 15), se encuentre con una aristocracia
feudal sin iniciativa, sin capacidad de respuesta rápida ni creativa. Esa es la
razón por la que es barrida en tan poco tiempo. Razones estas que son
inevitables. Después del tratado de Fontainebleau de 1814 y luego la batalla de
Waterloo en 1815, ya nada fue igual en el mundo, los Parlamentos y las
Constituciones se volvieron la forma normal de funcionamiento en la sociedad;
la iglesia y la aristocracia feudal, sobreviviente, se adaptó a la nueva era, a
las nuevas leyes y a las nuevas relaciones sociales creadas por la revolución.
Ejemplo nacional de
transformación revolucionaria.
En Panamá (2011), la situación
de corrupción desenfrenada que vemos, tanto en el robo de los bienes públicos
como de la ruptura de la institucionalización e independencia de los poderes
legislativos y judiciales, asume características parecidas -en muchos sentidos-
a la realidad existente durante los meses antes del golpe de Estado de 1968. El
desorden administrativo y político era de tal magnitud, que en un momento dado
existieron dos Presidentes de la República. Los malos manejos de los fondos
públicos, los negociados, estaban a la orden del día. Tanto hoy como entonces,
este fenómeno de deterioro estructural ha corroído a las grandes masas, siendo
la consecuencia, donde ellas ven esta realidad de existencia, en medio de la
podredumbre y sus olores nauseabundos, como algo natural. Situación esta
que pareciera no tener final. Sin embargo el General Torrijos logró, en aquel
entonces, recomponer la confianza en el trabajo honesto y la esperanza
colectiva, a partir del ejemplo personificado de la responsabilidad y la
firmeza, recogiendo en su entorno a las masas excluidas y que venían desde hace
algunas décadas luchando por cambios y que además llegaron al convencimiento
que el reparto de la corrupción es para un grupo muy reducido, quedando siempre
la mayoría, huérfana.
Esto permitió que los 10 años
de Proceso Revolucionario (1968-1970) fueran una época de transformación
efectiva de nuestra nación. La moral, la dignidad y el respeto se convirtieron
en el comportamiento normal de los gobernantes y sus ayudantes; la corrupción
pasó a funcionar entre bastidores, como debe ser (un Ministro de Obras
Públicas, en aquel entonces, quedó preso ipso-facto por un escándalo en el
manejo amañado de una licitación pública).
Al morir el General Torrijos
(1981), igual que Belisario Porras (1942), no era ni un hacendado, ni mucho
menos un próspero empresario. Él era el ejemplo, la responsabilidad y es
asesinado en su firmeza seguro de sus palabras y sus hechos.
Luego, desde las cloacas
repugnantes, conspiraron, una y otra vez, embarrando, poco a poco, el poder
gubernamental. Convirtiéndolo, nuevamente, en lo que hoy es: una realidad
«corrupta», putrefacta, que despide sus hedores en libertad de opinión y
presentando sus actos como si fuera lo más correcto y normal del mundo.
Martín Torrijos ha hablado
claro al decir que (2004) «En mi gobierno los maleantes perderán el derecho a
visitar la Presidencia»; y en otra ocasión dijo, refiriéndose a los que
invertimos en la campaña, que «no piensen que van a cobrar ese dinero con
prebendas y privilegios». Y agregaría: se invirtió para trabajar por el futuro,
se invirtió para que nuestros padres se sientan orgullosos de que nuestro
esfuerzo está al nivel y grado del sacrifico que ellos realizaron por nosotros.
Otro punto de vista.
Desde otro punto de vista, la
corrupción es el producto de una sociedad en donde los vínculos de
transferencia históricos están rotos, en busca de los nuevos. Como consecuencia
se multiplica una población emergente, caracterizada por dos tendencias
claramente definidas. La primera es la añoranza y búsqueda de esos vínculos y
su aplicación en la vida citadina.
La segunda tendencia es
producida por la necesidad humana de sobrevivencia, que induce a aprovechar
cualquier oportunidad para resolver los acuciantes problemas, que agobian tanto
al individuo como a su familia; una población ilusionada con los sueños de
opios de riquezas, príncipes, sirvientes, lujos desenfrenados, productos del
reflejo que reciben de la clase dominante que en su sobreabundancia emiten
intensamente. De esta forma encontramos, como algo común, a una persona que les
exige a sus hijos una conducta moral intachable, pero que delante de ellos
compra un determinado bien a costo ridículos y que es, evidentemente robado. De
igual forma les exigen reciprocidad y solidaridad, sin embargo permiten que
crezcan sin saber qué y cómo es el «trabajo», único sendero por donde se
aprenden estos valores. Este tema está expuesto con profundidad en el libro
“Los Ritos de la Vida y los mitos de la felicidad”.
Y vemos que los medios de
comunicación (TV, radio, diarios, revistas) que son las nuevas iglesias,
fortalecen una cultura emergente, sin contenido, sin lógica, sin raíces, sin
buen sentido popular. Aislando a la población del análisis certero, de la
lógica contundente, del razonamiento de
los conceptos,
en fin, de los valores humanos necesarios para que el «homo sapiens» sobreviva
en esta nueva realidad, que solo podrá ser posible por la conducción
inteligente de la sociedad y no de la fuerza bruta.
Estos
factores, aliados a la falta de verdaderos líderes, incentivan y fortalecen la
disolución de los valores éticos y morales, en circunstancias en donde se hace
casi imposible su control; ya que los mismos dependen de un electorado acostumbrado,
cada día más, a las «ventajas» que permite el libertinaje; factor éste
estimulado por las facultades hormonales. La promoción de esta forma de vida
amoral, exacerbada durante los periodos electorales, es patrocinada por las
fuerzas que representan el ancla social; de la misma manera en que sucedía en
la Roma de hace dos mil años o en la monarquía feudal francesa y las europeas
de hace doscientos cincuenta años; previo a la destrucción del imperio
esclavista o a la revolución industrial respectivamente.
jueves, 11 de abril de 2019
Atilio Boron: HAY QUE APRENDER A INVISIBILIZAR A NUESTROS ENEMIGOS
*Atilio Boron: HAY QUE APRENDER A INVISIBILIZAR A NUESTROS ENEMIGOS*
Escuché la entrevista que le hicieran en Telesur a *Atilio Boron*
sobre su nuevo libro; el mismo es una crítica al literato peruano que renegó de
sus raíces y se nacionaliza español; además de imprecar las bases populares de
su entendimiento y que le permitieron su fama.
Hay tres cosas que dijo, primero que el traidor era muy popular
por lo que había que darle respuesta. Segundo, que además de todo era obligado
leerlo. Y lo tercero expresado (hubo más), es que no sabe por qué se cambió de
trinchera aunque el susodicho es extremadamente egocéntrico. Y por esto y otras
razones él (Atilio) vio la necesidad de contestarle.
El primer argumento lo manifestó Boron en forma tan alegre,
incluyendo las cualidades de artista teatral que posee su criticado escritor,
que casi me convence que la sostenida atención que los medios de comunicación le
deparan es el producto de su personalidad per se. Curiosamente Diosdado, Cabeza
de Mango o Carvajalino son
extremadamente extrovertidos y no aparecen en ningún medio de comunicación de
América y del mundo capitalista; ni que decir de la Negra, Larissa o Mario
Silva; todos ellos en un escenario de confrontación revolucionaria sin
precedentes en la historia.
Nuestro traidor escritor solo tiene esa popularidad *sobre las
barrabasadas que escribe* porque es la estrella de la *Inteligencia Imperial*.
Claro, su auditorio está directamente vinculado a los sectores de capas medias
hacia arriba que no tienen el más mínimo nivel cultural. Igual que la Alvares
guatemalteca, sus ignorantes disertaciones solo tienen público de los sectores
mencionados y cuyo nivel cultural es muy bajo. Sectores sociales que, de por sí,
(por lo menos por ahora) *jamás serán parte de nuestra base política de apoyo*.
Por tanto, es totalmente estéril confrontarlo directamente; muy por el contrario,
de hacerlo lo estaríamos resucitando dentro de nuestras filas.
Ciertamente, a él y a algunos otros le he tenido desde hace mucho
tiempo en la mira; pero cavilando sobre el tema, llegué a la conclusión que no
era político ni mucho menos histórico criticarlos directamente ni siquiera para
apoyarnos en su *efímera fama*. Esperé el momento y en pequeños espacios (que
es todo lo que se merecen) pude darles su merecido; en Es Inevitable, por
ejemplo, página 18, escribo:
“América Latina está demostrando que estas estrategias de la
contrarrevolución mundial son un fracaso. Lo que sí han logrado es aislarse
totalmente de la intelectualidad culta; sus pupilos educados en los argumentos
incoherentes, no salen de la chabacanería. Para ocultar su ignorancia ante la
comunidad tienen que comprar algunos escritores e intelectuales surgidos del
movimiento popular. ¡Sorpresa!, *los que se venden no son los mejores*, cuando
dan el salto traicionero de dirigente popular de la cultura a candidato a
Presidente y luego a la nacionalidad española, dejan atrás su sagacidad,
creatividad, su individualidad, dejan atrás su alma; viviendo el resto de su
vida de las glorias que construyeron mientras se debía a lo más sagrado que
existe: el amor, el amor al prójimo. Luego que logran quebrantar (comprar) la
voluntad del intelectual traidor, en el salto ocurre la más rara metamorfosis:
salta como un ilustre letrado que está asegurando un espacio en la historia y
cae como un ignorado ser de pasiones olvidado en el tiempo. Cuando la
contrarrevolución lo apaña es ya una hiena. Tuvimos la oportunidad de estar al
lado del hijo de uno de estos traidores y déjenme decirles… ¡era un hienita!”
No es cierto que es obligado leerlo. ¿Qué podría enseñarnos *este
desertor*?, cuando en su país de origen existen innumerables chivos como para
que tenga que ir a una isla, que no tiene nada que ver con su entorno, para
describir uno. ¿Qué se le puede aprender a un perjuro? Qué nos puede *ilustrar*
alguien que utiliza su entendimiento
para *embaucar*, confundir, mentir, tergiversar, *falsificar la realidad*. Ni
que escribir, que además se estaría promoviendo sus *fétidos* valores éticos y
morales.
Y por último, todo el mundo sabe que fue seducido por la promesa
de otorgarle el Premio Nobel, cosa que el imperio cumplió. No fue un asunto de
dinero, o de posición social, fue un asunto de su extremo egocentrismo.
Simplemente trocó lo más preciado que
tiene un escritor sacrificado *que es la trascendencia* por el efímero galardón
terrenal que, ganado en la forma en que lo hizo, termina enterrándose en vida.
Porque la historia *lo sepultará*, la sociedad socialista del mañana encontrará
en el pasado y en su futuro cualquier cantidad de literatos increíblemente mejores
que él y además comprometidos con su realidad; merecedores de todos los
elogios, aplausos y dedicación a su obra construida a sangre y fuego.
Al final los monitores imperiales deben estar que saltan de la
alegría cuando observan, sin ningún esfuerzo, que su *esbirro intelectualoide* se haya
convertido en atención dentro de nuestras filas democráticas y revolucionarias;
dado que uno de los nuestros se ha preocupado en hacerle una misa de
resurrección al ya *santiguado fantasma*.
_________________________________
Aquí palera
cerrada a otros sicarios imperiales….
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